jueves, 17 de diciembre de 2015

Los exiliados románticos

He visto la película dos veces casi seguidas (tampoco es un mérito, solo dura 70 minutos). Mi primera impresión al acabar el primer visionado es que se trata de  una película ligera, muy ligera.
Sí, hay citas eruditas y cinéfilas, pero están dichas con naturalidad, sin presunción. Es que los personajes-actores son así, viven en ese ambiente (hipster, puede decir alguien; yo más bien lo veo hippie rezagado o post-hippie), algunos desde la cuna como Jonás Trueba, y este sí que no da el perfil hipster.
Y siempre, a pesar del verano, de la juventud, de los viajes y los amores, los protagonistas (masculinos, los femeninos es otra cosa) se mueven en un ambiente de  desorientación y desconcierto, sin tomar decisiones, sin atreverse a salir de una vez de ese estado de pasmo y de melancolía en que se encuentran (en el que influye mucho el tono decaído de la música de Tulsa). Me decepcionó un poco.
La segunda vez que la vi, quizá porque no esperaba nada, me pareció una película agradable, amiga. Tanto más si se tienen treinta años. Aunque sean cuarenta. Y tantos...



miércoles, 2 de diciembre de 2015

Mis escenas de lucha

Más que Mis escenas de lucha, que también, yo creo que el título francés debería traducirse por  Mis sesiones de lucha  ya que la película presenta una serie de sesiones de psicoterapia interactiva en las que se sustituye el diván clásico por diversos rings improvisados de pressing catch en los que doctor y paciente (sea quien sea cada uno de ellos) intentan liberarse de sus problemas de identidad con empujones, llaves y golpes, hasta que se llega al combate definitivo que suponga la superación de de sus traumas para el que se selecciona un ring especial:  el barro. Ahí se podría acabar la película. O empezar otra.
El director no hace ni una cosa ni otra, solo alarga la película con otra sesión más de lucha terapéutica que ya no va a aportar nada nuevo, salvo aburrir al espectador, si no venía ya aburrido de antes. En la sesión a la que yo he ido algunas personas se salieron del cine, pero lo más llamativo es que se produjo un caso curioso de "salida", una "salida" a la inversa, es decir, quedándose en su butaca cuando acaba la película y todos nos vamos. El protagonista del caso se había quedado profundamente dormido y hubo que despertarle quince minutos después.  Y eso a pesar de la estética indudable de la lucha libre en las condiciones en que se plantea en la película.