miércoles, 2 de diciembre de 2015

Mis escenas de lucha

Más que Mis escenas de lucha, que también, yo creo que el título francés debería traducirse por  Mis sesiones de lucha  ya que la película presenta una serie de sesiones de psicoterapia interactiva en las que se sustituye el diván clásico por diversos rings improvisados de pressing catch en los que doctor y paciente (sea quien sea cada uno de ellos) intentan liberarse de sus problemas de identidad con empujones, llaves y golpes, hasta que se llega al combate definitivo que suponga la superación de de sus traumas para el que se selecciona un ring especial:  el barro. Ahí se podría acabar la película. O empezar otra.
El director no hace ni una cosa ni otra, solo alarga la película con otra sesión más de lucha terapéutica que ya no va a aportar nada nuevo, salvo aburrir al espectador, si no venía ya aburrido de antes. En la sesión a la que yo he ido algunas personas se salieron del cine, pero lo más llamativo es que se produjo un caso curioso de "salida", una "salida" a la inversa, es decir, quedándose en su butaca cuando acaba la película y todos nos vamos. El protagonista del caso se había quedado profundamente dormido y hubo que despertarle quince minutos después.  Y eso a pesar de la estética indudable de la lucha libre en las condiciones en que se plantea en la película.


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